ERASE UNA VEZ
NIÑO PERDIDO Nuestro hijo solo tenía 4 años cuando se nos perdió por largas 3 horas que parecieron siglos. Vivíamos en Leticia (Amazonas), a la orilla del río Amazonas, fronteriza con Brasil y Perú. Después de buscarlo en los lugares que creíamos podía encontrarse, el temor porque se hubiera ahogado en el río o se lo hubieran llevado en una lancha nos embargaba el corazón. Se acercaba la noche y los minutos se hacían interminables. A su corta edad, la biblioteca de la ciudad aunque era para niños, nunca le llamó la atención, razón por la cual no se nos ocurrió buscarlo en ese lugar. Sin embargo al agotarse todos los sitios posibles, se me ocurrió ir a buscarlo allá y cuál seria mi emoción al llegar y verlo salir de la mano de un policía, a quien la directora de la mencionada biblioteca, le había encomendado llevarlo a casa, ya que ella sabía quien era su padre. Lo alcé en mis brazos, lo abracé, lo besé, lloré y salí corriendo con él para contarle al papá y a la hermanita que lo habí