1. ENSÉÑANOS A ORAR.
ENSÉÑANOS A ORAR
No nacimos aprendidos. Necesitamos que desde pequeños nos enseñen a hablar, a caminar, a comer, a ir al baño oportunamente, a asearnos, a comportarnos decentemente, a leer, a escribir; todos los días de nuestra vida estamos aprendiendo, pero también enseñando.
El mismo Jesucristo le dijo a sus discípulos que Él les enseñaba lo que aprendió de su Padre, es decir Él también tuvo un Maestro.
Lucas 11:1-11 RVR1960.
[1] Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.[2] Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. [3] El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. [4] Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.[5] Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, [6] porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; [7] y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? [8] Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. [9] Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. [10] Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. [11] ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente.
Son varias las enseñanzas de estos versículos:
1. ENSÉÑANOS A ORAR
¿Qué verían de extraordinario los discípulos en Jesús cuando estaba orando, que le propusieron que les enseñara a orar? Según el predicador Andrew Murrai, surafricano muy dedicado a la predicación y enseñanza, Jesucristo enseñó a ORAR no a predicar. No se trata de COMO ORAR, sino DE APRENDER A ORAR, no de una manera ritual. Eclesiastés 5:2-3 nos invita a que nuestras palabras hacia Dios sean pocas porque muchas palabras nos pueden hacer necios.
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