UN AMOR MUY GRANDE

 


¿CUÁL ES EL AMOR MAS GRANDE?

Recuerdo la historia de una familia numerosa compuesta por la madre (viuda) y varios hijos e hijas. Fue una madre abnegada y era el centro de atención de toda la familia. En sus últimos años de vida quedó reducida a la cama por una enfermedad grave y sus hijas se turnaban para asistirla, especialmente en el aseo personal. Lo hacían con tanto amor, que no les importaba la suciedad que tuvieran que limpiarle. Pero alguna vez el esposo de una de ellas manifestó sentirse muy incómodo de que su esposa hiciera esta labor y luego se fuera a preparar los alimentos. Según él, la tarea de asear a la mamá no la debería hacer su esposa, sino la empleada del servicio.  Sin embargo para mi amiga era su deber hacerlo, pero lo hacía con tanto amor y esmero que no lo sentía como una carga. Al contrario arreglaba a su mamá con alegría, tratándola como a una bebé, poniéndole sus mejores vestidos y excelentes perfumes para que oliera rico, mimándola y jugando con ella como si fuera una niña pequeña.

No es éste el único caso de un hijo o una persona cuidando a sus padres o a un ser querido en sus últimos años o días de vida. Algunos lo hacen con amor, otros lo hacen por obligación. Cuando murió la mamá de mis amigas, ellas lloraron su partida, pues a pesar de su enfermedad y de la carga física,  la atendían con mucho amor. Cuando hay un verdadero amor no se siente el peso de la obligación. Cuando hay amor no importan las circunstancias. El verdadero amor es paciente, bondadoso, no busca lo suyo, no se irrita, todo lo soporta. Por ésto es que una persona que verdaderamente ama a otra, se entrega sin reservas y  hasta  da su vida por ella. Cuando amamos a alguien no es difícil obedecerla, atenderla, servirle.

Si una persona puede llegar a amar sinceramente a otra de ésta manera, también nosotros podemos amar a Dios de la misma manera y aún mayor. Cuando uno está comenzando una relación de noviazgo con alguien, todos los pensamientos y las actividades están centradas en esa persona. Queremos oírla, verla, sentirla cerca, conocerla mas. Así es como Dios anhela que lo amemos. Amar a Dios no es simplemente decirlo de palabras. Amarlo a Él es interesarnos por saber qué piensa, qué siente, qué espera de nosotros, qué tiene para darnos. Amarlo es desear estar con Él, es deleitarnos en su Palabra, es obedecerlo, es hablar con Él. Cuando amamos a alguien queremos estar siempre a su lado, compartir momentos especiales de nuestra vida, conocerlo, agradarlo. En todo lo que hacemos, pensamos o decimos está siempre presente la persona que amamos. Nuestro proyecto de vida está impregnado de esa persona. Igual debe ser con Dios. Nuestros pensamientos, sentimientos, acciones, conversaciones deben tener el sello de Dios. Generalmente un hincha de un equipo deportivo o una persona que trabaja en una entidad, llena su casa de objetos que representan esa institución. Sean escudos, banderas, fotos, cuadros, ropa, souvenirs empresariales, medallas, etc. No se avergüenza de sus distintivos y menos de sus sentimientos.

1. EMPEZAR POR EL PRINCIPIO - CONOCERLO

No se puede pretender cumplir un objetivo, si antes no se han superado unas metas. Igualmente no se puede amar a alguien si antes no se ha conocido. Desde pequeños empezamos a oír hablar de Dios en nuestro hogar, o en el colegio. Pero en la medida que crecemos, vamos interesándonos por otras muchas actividades y comenzamos a leer libros de nuestro interés, con el fin de incrementar nuestro conocimiento en determinados temas que nos llaman la atención. Por experiencia propia, reconozco que lecturas o actividades que tuvieran que ver con "religión" me aburrían y buscaba la forma de "sacarle el cuerpo". Si asistía a éstos eventos, lo hacía por cumplir socialmente, mas no porque sentía en mi corazón hacerlo. Tengo que confesar que no conocía a "ese Dios" amoroso y perdonador. Mas aún, no sabía que me ha perdonado y que tiene un lugar reservado para mi en la eternidad. Digo que no lo sabía, porque si me preguntaban para donde iría el día que muera, no tenía la certeza de ir a su presencia, porque como cualquier otro ser humano he sido pecadora y sabía que en esas condiciones no podía llegar a su presencia. Pero para ser honesta nunca reflexioné sobre éste tema, porque como no sabía a ciencia cierta la respuesta, para qué preocuparme por algo que no tenía la respuesta.

Poniéndole sentido común al AMAR A DIOS, yo no puedo amarlo si no lo conozco. Cuando estamos jóvenes o solteros soñamos con encontrar un "ser amado" que llene nuestras expectativas. Lo primero que necesitamos es conocer esa persona. Pues bien, para poder amar a Dios, lo primero es conocerlo. El se revela en las Escrituras.
 
Deuteronomio 6:4-8 y 12
4. Oye, Israel: El Señor nuestro Dios, 5. El Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6.Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y 7. las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8.  Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos. Entonces ten cuidado, no sea que te olvides del SEÑOR que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.

Israel fue su pueblo preferido, para él fué este mandamiento, pero también es para nosotros hoy en el año 2021. El se revela como UNICO, no hay otro Dios como Él. No necesitamos tener una imagen de Él. Solo es suficiente con mirar toda la creación. Lo que hay en el cielo, en la tierra y en el mar tuvo un solo creador.

  • Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.

Involucrar al corazón, al alma y las fuerzas del ser humano en el amor a Dios, no es una simple falacia. Si quiero empezar por el principio debo desear, decidir y poner en acción mi interés por conocerlo, como lo manifiesta el versículo 5.  Una persona enamorada, no para de hablar de ese ser amado. Una persona rencorosa, habla de rencor. Una persona amante del dinero, solo habla de dinero. Una persona  enojada solo habla de odio; de lo que tiene el corazón de eso habla. Por eso el versículo 6 nos enseña a guardar en el corazón lo que el Señor nos enseña. Para que hablemos de Él. Para que le enseñemos a nuestros hijos quien es Dios y como es su amor, para que hablemos de Él en nuestra casa y fuera de ella y aún al acostarnos y al levantarnos dedicarle tiempo a Él. Cuando comenzamos a leer su Palabra, nos acordamos de lo que allí está escrito ante cualquier circunstancia que se nos presenta, eso quiere decir el versículo 8. Así como el hincha de un equipo deportivo colecciona objetos y adorna su casa o habitación con ellos, nosotros también debemos escribir en algún lugar visible de nuestra casa, versículos que nos recuerden constantemente quien es nuestro Dios. 

2. AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS

Se ama lo que se conoce. ¿Pero como amo a Dios sobre todas las cosas?.  No solo se trata de cosas materiales. También se trata de nuestros sentimientos hacia otras personas. Todos tenemos personas muy importantes en la vida: hijos, padres, cónyuge , amigos y aún las mascotas. Pero también ponemos el corazón en el trabajo, el hobby, los bienes materiales, el dinero. Nuestro propio cuerpo se puede convertir en el centro de nuestra atención, al extremo de dedicarle tiempo y dinero en cuidados excesivos.

Estos son algunos versículos de la Biblia que hablan del amor que le debemos dar a Dios:

Deuteronomio 6:5 Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.

Deuteronomio 11:13-14 Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando al Señor vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite.

Deuteronomio 30:16 porque yo te mando hoy que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y el Señor tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.

Mateo 10:37 El que ama padre ó madre más que á mí, no es digno de mí; y el que ama hijo ó hija más que á mí, no es digno de mí.

Lucas 10:27  Respondiendo él, dijo: AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU FUERZA, Y CON TODA TU MENTE; Y A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.

Juan 14:15 Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.

Amar a Dios no es solamente decirlo con palabras. El quiere ser el primero en nuestra vida, en nuestros sentimientos, en nuestras actividades, en nuestros negocios. ¿Cómo nos damos cuenta si lo amamos como Él lo desea? la respuesta es muy sencilla: "cumpliendo sus mandamientos"

Quien ama a Dios respeta a sus padres

Quien ama a Dios responde por los hijos que trajo al mundo

Quien ama a Dios le es fiel a su esposo (a)

Quien ama a Dios hace negocios lícitos

Quien ama a Dios es honesto y responsable en el trabajo

Quien ama a Dios, perdona las ofensas

Quien ama a Dios habla con palabras honestas

Quien ama a Dios cumple con todas las obligaciones como ciudadano

Quien ama a Dios respeta a las personas

Quien ama a Dios no roba tiempo, dinero, ni honra

Quien ama a Dios no practica la corrupción

Quien ama a Dios no abusa de la autoridad

 Si le abres tu corazón a Dios, Él hará cambios en tu vida. Serás transformado y volarás como un águila.


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